Una vez fui presidente de una comunidad de vecinos.
En una reunión se armó la Mari Morena porque el vecino mayor del tercero derecha no quería la nueva puerta del bloque que habían propuesto la parejita joven del primero izquierda. Total que la reunión acabó en nada y todo el mundo un tanto tenso.
Pasado los días y con las aguas un poco más calmadas fui a hablar con ambos vecinos:
El señor mayor, vecino del tercero derecha, después de invitarme a un café y unos mantecaos en su mesa camilla, me comentó que para él era una verdadera lata esa puerta, porque era inmensamente grande y pesada.
Y la pareja joven, vecinos del primero izquierda, después de echar un rato en su pisito re-fashion me comentaron que esa puerta les encantaba porque, aparte de tener un fenomenal diseño, tenía un sistema hidráulico que con sólo tocarla la puerta se habría sola.
CONCLUSIÓN: Ambos tenían lo que querían, simplemente no fueron capaces de comunicarse.
Por eso, siempre me gustaron los ejemplos de vecinos porque como dice el dicho “amar a la humanidad es muy fácil, pero amar a tu vecino…”